Un hijo intenta seguir su propio camino ante la inquieta mirada de su padre y de la sociedad. El corto, dirigido por Daniel Martínez Lara & Rafa Cano Méndez, fue premio Goya 2016 al Mejor Cortometraje de Animación.

Nos ha gustado mucho porque es un ejemplo de cómo la expresión de nuestros intereses y talentos se ve a veces coartada por las exigencias de la sociedad, de un sistema que tiende a decirnos qué es correcto y qué no es correcto, como si solo existiera un único camino para ser feliz. En el corto, esta exigencia de la sociedad se simboliza a través de la rutina del padre, de los colores grises y del aburrimiento que despierta. En contraposición está la libre expresión del niño, caracterizada por el colorido de sus imágenes y la naturalidad, la ilusión, la autenticidad y el coraje como emociones.

Este corto nos hace reflexionar sobre la experiencia de ser padres y de nuestro importante rol en la creatividad y talento de nuestros hijos. Los niños necesitan descubrir por sí mismos sus intereses, necesitan vivir aventuras, crear, imaginar y jugar. Necesitan un mundo de colores, no gris. Los niños son protagonistas de su propio aprendizaje y crecimiento y no contenedores de normas y necesidades sociales. La labor como padres/madres es acompañarles y poner las condiciones necesarias para que descubran por ellos mismos su particular camino “del héroe”, su propio talento, y desde ese respeto y confianza, apoyarles. Afortunadamente el padre termina por comprender cuáles son los anhelos de su hijo y, entonces sí, permite la expresión de su individualidad.

Y no solo es un mensaje para los niños, el estado creativo se conecta ampliamente con nuestro propósito como adultos, con lo que realmente se nos da bien y nos gusta hacer. En los estados de creatividad y de «flow» (fluir) es cuando el tiempo se nos pasa volando, estamos conectados al 100% con lo que estamos haciendo (Ver «Amplía Información«). Siempre estamos a tiempo de cambiar nuestro rumbo. A veces los mayores límites nos los ponemos nosotros mismos al no comprender el alcance de nuestras posibilidades y no ver el potencial que tenemos para crecer y cambiar. El mero hecho de seguir haciéndonos preguntas y perseguir un estado de auto-realización es digno de admiración.

«Yo sembré mis sueños donde tú estás pisando ahora; pisa suavemente, porque tú estás pisando mis sueños», de William Butler Yeats.

Reflexiona y actúa