Una chica acude a un profesional porque tiene un «cocodrilo» en su vida y no sabe qué hacer con él.

Este vídeo es una metáfora de la importancia de aceptar y aliarnos con nuestras sombras, con aquello que nos da miedo, nos crea ansiedad, etc. ¿Qué representa para ti el cocodrilo? Parece que en el corto representa la timidez/ansiedad social, pero también podría representar una fobia, un miedo, aquel pensamiento recurrente que no podemos apartar de nuestra mente o esa «vocecilla» que nos impide hacer aquello que nos proponemos, que siempre tiene algo que decirnos cuando, por ejemplo, afrontamos un reto.

La protagonista acude a un terapeuta porque no sabe cómo desprenderse de su «cocodrilo», es decir, de su ansiedad, de su timidez…pero, ¿ese es el objetivo realmente, deshacerse de él? Al principio intenta huir, rechazarlo, pero ninguna de esas estrategias le funciona, hasta que al final consigue «abrazarlo» y, de alguna manera, aceptar lo que le está ocurriendo, aceptar que el «cocodrilo» tiene quizás una función adaptativa, que está para protegerle de algo. Al final la protagonista consigue integrar el «cocodrilo» en su vida sin que ello obstaculice su comportamiento social. Es entonces cuando el cocodrilo, su ansiedad, su timidez…le deja espacio para poder ser ella misma.

Es bonita la metáfora de este estupendo corto y la ansiedad social se representa de una forma muy bonita. Si nos enfadamos con la parte de nosotros que menos nos gusta, con nuestras sombras, con nuestros pensamientos recurrentes y limitantes que nos boicotean, con esa emoción: rabia, ira…que nos avergüenza, no estamos comprendiendo que somos luz y sombra a la vez. En cambio, coger ese pensamiento, darle un espacio (aunque sea pequeño y temporal) en nuestra cabeza, abrazar esa emoción, comprender por qué y para qué nos estamos sintiendo así y que no hay nada malo en ello, nos ayudará aliarnos con nuestra vulnerabilidad, con nuestas emociones y con esa parte de nosotros mismos. Probablemente, la emoción que experimentemos tenga una función adaptativa, como el miedo, que por ejemplo, nos protege del peligro. En definitiva, se trata de ser, por un rato, espectadores de nosotros mismos, desde la tranquilidad. A partir de allí sentiremos paz, aceptando lo que nos está ocurriendo y, poco a poco, gracias a esa misma aceptación tendremos más fuerza, y conseguiremos así cuestionar nuestros pensamientos y reemplazarlos por otros más alineados con nuestros objetivos y con nuestro bienestar.

Reflexiona y actúa